En este libro, Alex McFarland lleva al lector en un
viaje a través de la mente de 10 tipos de escépticos, y expone la mejor manera
de responder a cada uno, de acuerdo con su amplia experiencia
conversando con ellos.
El libro cuenta con 3 secciones principales: El
interior de la mente de un escéptico, Cómo responderle a un
escéptico, y una sección de Apéndices, en donde
McFarland aborda todo tipo de cuestionamientos con un estilo sencillo, abierto
y conversacional.
En la primera sección, titulada El interior
de la mente de un escéptico, Alex presenta los tipos de escépticos que
ha encontrado a través de sus viajes dando charlas sobre el cristianismo, una
historia del movimiento del escepticismo, los diversos matices que el
escepticismo mismo puede tener, y algunas recomendaciones acerca de cómo lidiar
con preguntas y personas difíciles.
McFarland presenta una definición de escepticismo
del diccionario Merriam-Webster:
1: la doctrina de que todo conocimiento verdadero
es imposible o de que todo el conocimiento es incierto: una posición de que
ningún hecho o verdad puede establecerse en el terreno filosófico (...) 3:duda
relacionada con los principios religiosos básicos (como la inmoralidad, la
providencia, la revelación), pero no necesariamente un rechazo de ellos. (p 23)
McFarland reconoce que el escepticismo "no es
malo en sí mismo" (p 23). Es difícil andar por la vida siendo demasiado
crédulo e ingenuo. Pero "el escepticismo en algunos temas
no garantiza escepticismo en todos los temas" (p 24).
McFarland rechaza la insistencia de los escépticos de presentar pruebas
matemáticas de lo que no cree, cuando en otras esferas de nuestra vida nos
conformamos con un razonamiento inductivo plausible (confiable),
no matemática e indubitablemente certero.
También es útil la distinción (prestada de Norman
Geisler) de certeza y certidumbre: "la
certeza es objetiva, mientras que la certidumbre es subjetiva (...) [e]s
posible tener una certeza intelectual acerca de algo, pero no poseer
certidumbre emocional" (p 33). Las emociones no son el mejor árbitro de la
verdad.
Los cristianos debemos admitir que no tenemos todas
las respuestas, y algunas doctrinas están más allá de nuestro entendimiento,
como por ejemplo la Trinidad, la eternidad de Dios, etc. "Es de buena
teología decir: 'No tenemos todas las respuestas'" (p 34).
En el capítulo 3 Escuche antes de
hablar, McFarland realiza una exposición de lo que un cristiano
necesita para entablar un diálogo fructífero con un escéptico. Entre otras
cosas, señala que se debe tratar de entender a la persona con quien se
está hablando, sin intentar sermonear ni parecer sabelotodos: "es
importante saber cómo interactuar, así como lo es tener todas las respuestas a
la mano" (p 38). Uno debe tener un entendimiento sólido de teología,
apologética y el punto de vista del mundo, así como también saber distinguir
entre los diferentes tipos de objeciones que se pueden presentar.
En la segunda sección Cómo responderle a un
escéptico, se presentan asombrosas percepciones acerca de los diferentes
tipos de escépticos, sus personalidades y motivaciones principales, y cuál es
la mejor manera de dialogar con ellos. Es útil reconocer que los escépticos son
diferentes entre sí, y que estas categorías son simplemente guías que nos
ayudarán a lidiar con los tipos de escepticismo más comunes.
En primer lugar, se encuentra el escéptico
culto, quien tiene objeciones intelectuales a la fe y que ha desarrollado
un prejuicio contra el cristianismo. Luego, el escéptico herido,
quien en muchos casos ha abandonado a Dios y la la Iglesia después de una
experiencia negativa con ellos.
También está el escéptico temeroso,
quien puede temer la manera en que la interferencia de Dios podría cambiar su
vida. El escéptico orgulloso tiende a ser arrogante y agresivo, y tiene una
creencia inquebrantable en su propia destreza intelectual. El escéptico
huérfano es una persona que, mientras crecía, tuvo un padre ausente,
ya sea literalmente o que estaba ausente en términos de una interacción
significativa con su hijo.
El escéptico tolerante desea que
todas las creencias sean verdaderas y piensa que hablar de religión es
simplemente una educada conversación para la cena. El escéptico
sensual ve a Dios y a la religión, específicamente el cristianismo,
como algo que amenaza su libre expresión sexual.
El escéptico que busca puede
conocer muy bien el evangelio, pero es como aquellos que "siempre están
aprendiendo, pero nunca logran conocer la verdad" (2 Ti 3:7), ya que no
puede ni quiere comprometerse. El escéptico sincretista prueba
un poco de esta religión y un poco de la otra, cualquiera que satisface su
apetito o su preocupación del momento. Finalmente, el escéptico
sincero, es abierto y de verdad desea conocer la verdad.
La sección de Apéndices no tiene
desperdicio. Son 70 páginas de apologética, condensada para aquellos que
necesiten respuestas rápidas para los escépticos.
En opinión del autor la clasificación que
MacFarland de los tipos de escepticismo es bastante útil para interactuar
con gente que no cree, y es un valioso recurso para el apologista cristiano que
busque conversaciones fructíferas con escépticos.

¡Excelente reseña! Ya mismo lo pongo en mi lista de lecturas obligatorias. Gracias y seguí adelante con tu blog
ResponderEliminar¡Gracias Raúl! Seguiremos adelante. Bendiciones
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