Este artículo es una refutación del apologista cristiano Greg Koukl al famoso "argumento del violinista" que es uno de los argumentos aparentemente más convincentes a favor del aborto.
El "argumento del violinista" de Judith Jarvis Thompson es uno de los argumentos más convincentes jamás ofrecidos a favor del aborto solicitado, pero tiene muchas fallas. A continuación señalaremos cuáles son.
Recuerdo exactamente donde estaba la primera vez que escuché el "argumento del violinista" de Judith Jarvis Thompson. Estaba conduciendo al sur en la carretera 405 en Los Ángeles, escuchando un show de entrevistas en la radio. Me sacudió tanto que tuve que detener el auto.
No solamente el argumento sonaba convincente, sino que Thompson hizo una sorprendente concesión cuando reconoció que el no nacido es una persona. Habiendo concedido lo que los pro-vida estaban tratando demostrar, logró hacer un cortocircuito en su argumento aun desde el inicio.
Mi primer impulso fue el tirar la toalla. El argumento no puede ser respondido, pensé. Este es frecuentemente el caso de los tratamientos filosóficos en los que cuidadosamente se eligieron las palabras. A primera vista parecen convincentes. En una inspección más cercana, sin embargo, las faltan empiezan a demostrarse. En esta instancia, los problemas con el argumento de Thompson son fatales.
El argumento del violinista
Los detalles del argumento de Judith Jarvis Thompson son importantes, así que voy a citar su ilustración por completo. Titulada "Una Defensa del Aborto", apareció por primera vez en el Jornal de Filosofía y Asuntos Públicos (1)
Propongo, entonces, que concedamos que el feto es una persona desde el momento de la concepción ¿Cómo avanza el argumento desde aquí? Algo así. Cada persona tiene derecho a la vida. Así que el feto tiene derecho a la vida. Sin duda que la madre tiene el derecho a decidir lo que va a ocurrir en y a su cuerpo; todos concederían eso. Pero por supuesto que el derecho a al vida de una persona es mayor y más severo que el derecho de la madre a decidir lo que pasa en y con su cuerpo, y por lo tanto lo sobrepasa. Por lo tanto, el feto no debería ser matado, un aborto no debe ser realizado.
Suena plausible. Pero ahora permíteme pedirte que imagines esto. Te despiertas en la mañana y te encuentras acostado en la cama espalda con espalda con un violinista que está inconsciente. Un famoso violinista que está inconsciente. Se le ha encontrado un mal fatal en los riñones, y la Sociedad de Amantes de la música ha sondeado todos los registros médicos disponibles y encontrado que solamente tú tienes el tipo correcto de sangre para ayudar. Por lo tanto te han secuestrado, y la noche pasada el sistema circulatorio del violinista fue conectado al tuyo como para que tus riñones puedan ser usados para extraer veneno de su sangre así como de la tuya. El director del hospital ahora te dice: "Mira, sentimos mucho lo que la Sociedad de los Amantes de la Música te hizo. Nunca lo habríamos permitido de haberlo sabido. Pero aun así, lo hicieron, y el violinista ahora está conectado a ti. El desconectarlo sería matarlo. Pero no te preocupes, es solamente por nueve meses. Para ese tiempo él se habrá recuperado de su enfermedad y podrá ser desconectado sin problemas".
¿Es de tu incumbencia moral el acceder a esta situación? Sin duda sería algo muy bueno de tu parte si lo hicieses, un gran gesto de amabilidad. Pero ¿deberías acceder a hacerlo? ¿Y si fuesen no nueve meses, sino nueve años? ¿O aun mucho más tiempo? ¿Qué pasaría si el director del hospital dice: "Mala suerte, estoy de acuerdo, pero ahora tu debes quedarte en cama, con el violinista conectado a ti por el resto de tu vida. Porque recuerda esto: todas las personas tienen derecho a la vida y los violinistas son personas. Es cierto que tienes el derecho de decidir lo que pasa en y a tu cuerpo, pero el derecho de una persona a la vida sobrepasa a tu derecho de decidir lo que pasa en y a tu cuerpo. Así que no podemos desconectarte de él nunca". Imagino que considerarías esto atroz (2), lo que sugiere que algo está realmente equivocado con ese argumento plausible que mencioné hace un momento.
Judith Jarvis Thompson muestra correctamente que es necesario un paso adicional para cerrar la brecha entre la premisa de que el no nacido es una persona y la conclusión de que matar a un niño no nacido está siempre mal. Lo que se necesita es la premisa adicional de que el tomar la vida de una persona está siempre equivocado. Matar, sin embargo, es a veces permisible, más notoriamente en autodefensa.
El razonamiento de la ilustración del violinista es bastante conciso. Thompson representa de manera correcta la posición pro-vida, y luego nos ofrece un escenario para que lo consideremos. El análisis emplea dos poderosas herramientas de argumentación: un ejemplo que apela a nuestra intuición moral, seguido de una pendiente resbaladiza de lógica.
La pendiente resbaladiza de lógica funciona de esta manera: cuando una cosa es inmoral, y la segunda es lógicamente similar en una manera moralmente relevante, la cualidad moral de una se "resbala" a la otra. Por ejemplo, el asesinato es inmoral, y algunos piensan que la pena capital es lo suficientemente similar al asesinato como para hacer a la pena capital asesinato también.
Thompson cuenta con cierta intuición moral (nuestro sentido de justicia), elevándose a la superficie cuando consideramos el aprieto de una mujer secuestrada utilizada como anfitriona en contra d su voluntad para sustentar la vida de un extraño.
Entonces nos pide que consideremos si tener un aborto es un paralelo similar a desconectar al violinista. Ambas circunstancias atrapan a la mujer de sorpresa. Tanto el violinista como el niño no nacido están conectados a su cuerpo, el cual ambos necesitan para sobrevivir. Ambos la dejarán libre en nueve meses.
La postura de Thompson es que desconectar al vioinista está moralmente justificado aún cuando el muera, y parece haber mérito para esta solicitud. El permanecer conectado sería heroico ("un gran gesto de amabilidad", en palabras de ella), pero, como todos los actos de heroísmo, es voluntario y no moralmente requerido. (3) Si ese es el caso, entonces es moral el abortar a un niño, aun cuando él o ella es una persona en todo el sentido de la palabra, tanto como el violinista. Si lo primero es moralmente aceptable (desconectar al violinista), y el segundo (tener un aborto), es similar al primero de alguna manera relevante, entonces el segundo debería ser aceptable también.
Un libro reciente "Quebrando el punto muerto del aborto: de elección a consentimiento" (4), utiliza el mismo acercamiento. La autora Eileen McDonagh señala que si la libertad de una mujer está siendo amenazada en alguna manera (si está siendo atacada, violada o secuestrada), entonces la ley le da una cierta libertad para usar fuerza letal para repeler a su atacante.
El embarazo, argumenta McDonagh, es ese tipo de situación "Si una mujer tiene el derecho a defenderse contra un violador, ella también debería ser capaz de usar fuerza letal para expulsar a un feto", escribe. (5) En el embarazo, la muer está siendo atacada por otro ser humano, desde el interior no desde el exterior. Por lo tanto, ella tiene la libertad moral de repeler a su atacante matando al intruso.
Parece obvio que a una mujer se le debería permitir el protegerse de un atacante y utilizar fuerza letal para hacerlo en caso de necesidad. Si esto es verdad, entonces debemos conceder la legitimidad del aborto, el cual, McDonagh afirma, es paralelo de una manera relevante.
Paralelos que no son paralelos
La cuestión central en cualquier pendiente resbaladiza es si es que las situaciones son realmente similares de una manera moralmente relevante. Si no lo son, entonces la ilustración es culpable de la falacia de la pendiente resbaladiza de lógica. La analogía falla y el argumento de desmorona.
¿Existen diferencias importantes entre el embarazo y el secuestro? Sí, muchas.
En primer lugar, el violinista está conectado artificialmente a la mujer. El niño no nacido de una mamá no está quirúrgicamente conectado, ni fue "conectado" a ella. Más bien, el bebé está siendo producido por el propio cuerpo de la madre mediante los procesos naturales de reproducción.
Tanto Thompson como McDonagh tratan al niño, el hijo o hija de la propia mujer, como un extraño invadiendo y tratando de hacer daño. Hacen a la unión madre/hijo una relación huésped/predador.
Un hijo no es un invasor, o un parásito viviendo a costas de su madre. El vientre de la madre es el ambiente natural del bebé. Eileen McDonagh quiere que creamos que el niño creciendo dentro de la mujer está traspasando ilegalmente un territorio. Uno traspasa ilegalmente un territorio cuando uno no está en el lugar en que debe estar, pero el bebé en desarrollo en el vientre de la madre pertenece a ese lugar.
Thompson ignora una segunda distinción muy importante. En la ilustración del violinista, la mujer podría ser justificada por detener el tratamiento que da vida al músico bajo estas circunstancias. El aborto, sin embargo, no es meramente detener un tratamiento. Es tomar activamente la vida de otra persona a través de envenenamiento o desmembramiento. Un paralelo más parecido al aborto sería el aplastar al violinista o cortarlo a pedazos antes de desconectarlo.
Tercero, la ilustración del violinista no es paralela al embarazo porque iguala la relación extraño/extraño a una relación madre/hijo. Este es un punto crucial que trae a colación la presunción más peligrosa de la ilustración del violinista, de la que también se hace eco la tesis de McDonagh. Ambos presumen que es no es razonable el esperar que una madre tenga algún tipo de obligaciones hacia su propio hijo.
La analogía del violinista sugiere que una madre no tiene más responsabilidad por el bien de su hijo de la que tiene hacia un completo extraño. La postura de McDonagh es aún peor. Ella afirma que el niño no es solamente un extraño, sino un violento agresor que la madre debe repeler en auto defensa.
Este error se convierte en evidente inmediatamente si enmendamos la ilustración de Thompson ¿Qué pasaría si la madre se despierta de un accidente para encontrarse a sí misma conectada quirúrgicamente a su propio hijo? ¿Qué clase de madre cortaría voluntariamente el sistema que mantiene con vida a su niño de dos años en una situación como esa? ¿Y qué pensaríamos de ella si lo hiciese?
Los relacionamientos de sangre nunca están basados en elección, pero sin embargo ellos conllevan obligaciones morales. Esa es la razón por la que las cortes persiguen a padres negligentes. Las cortes han decretado consistentemente, por ejemplo, que los padres tienen la obligación de apoyar a sus hijos aun cuando no sean planeados o deseados.
Si es moral para una madre el negar a si hijo las necesidades de la vida (a través del aborto) antes de nacer ¿Cómo puede ella estar obligada a proveer por las mismas necesidades luego de que nació? Recordemos, Thompson concede que el feto es una persona desde el momento de la concepción. Si su argumento funciona para justificar el aborto, funciona también para justificar cualquier chico dependiente. Después de todo, un niño de dos años demanda mucho más de una mujer que un no nacido en desarrollo.
Thompson se equivoca al presumir que el embarazo es aquello que expropia a la mujer de su libertad. La maternidad hace eso, y la maternidad no termina con el nacimiento del niño. A diferencia de la mujer conectada al violinista, la madre no es liberada en nueve meses. Su carga apenas empieza. Si el argumento de Thompson funciona, entonces ningún niño está a salvo de una madre que ansía su libertad.
Al final, los argumentos tanto de Thompson como de McDonagh prueban demasiado. Nos permiten matar a cualquier ser humano que sea dependiente de nosotros, joven o viejo, si esa persona restringe nuestra libertad personal.
El hecho sencillo es que en una sociedad civilizada nadie tiene la libertad de hacer lo que quiera con su propio cuerpo. La libertad sin restricciones de la moralidad es la regla operativa de la anarquía, no de la civilización. En cualquier momento, cada uno de nosotros está restringido por cientos de leyes que reflejan nuestras responsabilidades morales hacia nuestra comunidad. La más primordial de esas reglas es la obligación de una madre hacia su hijo indefenso. Esta es una de las razones por las cuales el clamor en contra de Susan Smith fue tan intenso.
La moralidad de Susan Smith
Susan Smith sorprendió a la nación con el asesinato de sus niños. Ella creía que sus dos hijos pequeños eran un obstáculo para volverse a casar, entonces los puso en un auto, ajustó los cinturones de seguridad, y los condujo al fondo del lago.
El crimen de Smith fue especialmente obsceno porque ella violó la más fundamental obligación moral de todas: la responsabilidad que una madre tiene por sus hijos. Pero ¿no sería acaso ella exonerada por la lógica de Thompson y McDonagh? Estos chicos eran secuestradores y entrometidos, invadiendo la vida de Smith, privándola de su libertad ¿Por qué no matarlos? Estos niños estaban atacándola. Fue en defensa propia.
El año pasado, una pareja en Nueva York fue arrestada cuando las autoridades se enteraron de que tomaron unas vacaciones de 10 días y dejaron a sus niños para que se arreglen por sí solos. Si los argumentos de McDonagh y Thompson funcionan, estos padres deberían ser liberados de prisión porque no tienen mayor obligación hacia sus propios hijos de la que tienen hacia extraños del otro lado del pueblo o ladrones que entran a su casa. Estos niños estaban invadiendo su privacidad, invadiendo su casa, robando su comida.
Este argumento es aterrador por dos razones. Primero, debe rechazar la noción de responsabilidad paternal para tener éxito. Segundo, a pesar de esta debilidad, la gente en los altos puestos piensa que es convincente. Ruth Bader Ginsburg de la Corte Suprema de Justicia, escribiendo en el North Carolina Law Review, ha admitido que Roe v. Wade (el caso que permitió que se legalice el aborto en Estados Unidos en los primeros dos trimestres. N. del T.) estaba lleno de fallas y citó en vez de eso la cláusula de protección de la Catorceava Enmienda a favor del aborto. Las mujeres se embarazan, afirmó ella, los hombres no. El aborto da a las mujeres una oportunidad de ser iguales. Entonces citó a Thompson como apoyo.
La responsabilidad que una madre tiene hacia su hijo desbanca a cualquier afirmación que ella tenga de su libertad personal. Si no lo hace, y los argumentos de Thompson y McDonagh tienen éxito, entonces liberemos a Susan Smith. Liberen a los holgazanes turistas de Florida. Si la paternidad es un acto de heroísmo, si las madres no tienen obligaciones morales hacia los niños que cargan, si la crianza de niños es una carga "mucho más allá del llamado del deber", entonces ningún niño está seguro, ni adentro del vientre ni afuera.
[1] Judith Jarvis Thompson, "A Defense of Abortion," Journal of Philosophy and Public Affairs, 1 (1971), p. 47.
[2] Nota como apela a la intuición moral aquí.
[3] Los filósofos llaman a estos esfuerzos heroicos "acciones supererogatorias", comportamientos que no son obligatorios, pero sí dignos de alabanza si son realizados. Por ejemplo, si un soldado se lanza encima de una granada sacrificando su vida para proteger a sus camaradas.
[4] Eileen McDonagh, Breaking the Abortion Deadlock: From Choice to Consent (New York, Oxford University Press, 1996).[5] Citado en Nat Hentoff, "The Tiny, Voiceless Enemy Within," Los Angeles Times, 2/3/97, B-5.

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